"Trabajadores del mundo, unanse, no tienen nada que perder excepto sus cadenas" ...Marx

7/3/17

SOBRE EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA



Es evidente que la participación de la mujer asalariada en la lucha de clases se hace cada vez más contundente; que ellas hayan adquirido mayor presencia en el movimiento obrero constituye una fuerza poderosísima. Asimismo, podemos advertir que frente a ellas, se alzan organizaciones, que van desde feministas democráticas burguesas hasta feministas de izquierda “revolucionarias”, claro sin olvidar los híbridos poli clasistas contestatarias anti neoliberal democráticas burguesas (como las organizaciones Flora Tristán y Manuela Ramos, entre otras), cuyos “programas” y consignas pretenden hegemonizar el movimiento obrero femenino y concretizar sus aspiraciones “políticas liberadoras” dentro del sistema capitalista.

Nosotros no podemos quedarnos al margen y observar el desarrollo de este movimiento “liberador”; nos sentimos obligados a participar políticamente en estos debates, fundir la teoría del materialismo histórico con el movimiento espontáneo de la clase trabajadora y reafirmar la guía para la acción práctica política de la vanguardia, amplio auditorio de estas organizaciones. Salimos contra estas consignas y programas político democráticos; pues mantener el silencio, al que nos tienen acostumbrados nuestros “dirigentes”, es conceder espacios en el terreno político a las distintas facciones de la burguesía, contribuir a la inconciencia y la vulgaridad que estamos obligados a tragar la clase trabajadora.

Uno de estos bocados que nos lanza la burguesía son las “políticas de género”, muy difundidas por sus intelectuales a sueldo. Así tenemos a estas muy distinguidas señoras que se dirigen a sus compañeras; “... nos dirigimos a ti ciudadana y ciudadano de a pie, a ustedes mujeres organizadas, campesinas, indígenas andinas, afrodescendientes y amazónicas, a las sindicalizadas, desempleadas, amas de casa, trabajadoras del hogar, a las lesbianas, a las afectadas por la violencia política, a las criminalizadas por luchar por sus derechos, a las jóvenes mujeres que viven con VIH, mujeres con discapacidades, a las poetas y artistas en general, a las mujeres desplazadas por la guerra, a las viudas de los mineros sepultados en Casapalca y Puno, a todas aquellas que luchamos por transformar la sociedad ...”.*

El llamado de estas muy distinguidas señoras se basa en la evidencia, que refleja una determinada forma de opresión de la mujer en la sociedad actual. Estos híbridos del desarrollo natural de los movimientos feministas liberales, parten de la premisa de género para justificar su práctica, y arguyen que; “El género es la forma que adquiere el comportamiento social determinado por el sexo, ... la mujer actúa de una determinada forma dada por la sociedad; ... el género es un rol social que debe cumplir asignado por la sociedad patriarcal.” Deja claro que aquí no se refieren a la mujer y al varón, diferencia natural de los seres humanos, sino a los géneros, femenino y masculinos; abstracciones sociales. “Las personas independientemente de su sexo son tratadas socialmente por un patrón específico de género (masculino, femenino)”.

Esta forma de explicar los fenómenos sociales, partiendo de abstracciones sociológicas, sin incidir en la realidad sustancial que los sustentan, evidencia un total abandono de los métodos científicos logrados por la humanidad hasta hoy, representan la imposibilidad de llevar a cabo una práctica verdaderamente transformadora. Esta práctica consistente en la mera percepción de estos fenómenos (la opresión de la mujer – como ser genérico- ) y su ordenamiento en el tiempo y el espacio, usando solo el entendimiento limitado por nuestros cinco sentidos, les lleva a pensar que; “El género no solo puede ser advertido en la clase obrera (constituido por hombre y mujeres), sino en todo ámbito social, raza, religión, extracciones étnicas, clases, etc. Como vemos estos patrones sociales (género) estructura la totalidad de la sociedad, porque en cada ámbito social podemos evidenciarlos, con lo que se quiere decir que no se niega la existencia de clases, sino que esta es insuficiente para superar la desigualdad de género (que viene a ser el problema).” (Lo entre paréntesis es nuestro).

Esta conclusión producto de la imposibilidad (por ingenuidad o interés) de lograr evidenciar la razón de ser del fenómeno, elevada a política, solo puede responder a intereses de sujetos que pretendan conservar esta realidad actual, y perpetuar su posición privilegiada en la sociedad de clases en la que vivimos. No los juzgamos, puesto que ellos están obligados a hacerlo por la situación social en la que se encuentran, frente a la mayoría mundial de la que viven.

Consideramos que los fenómenos sociales parten de la premisa (la que no es posible desentenderse) de que los seres humanos organizados socialmente adquieren entre ellos determinadas relaciones, en torno a las fuerzas productivas con la que cuentan, para poder producir su existencia social. Esta les obliga a una división de sus trabajos, que llegado a un grado de desarrollo, posibilita que después del consumo necesario para vivir quede un remanente, la misma que constituye una determinada forma de propiedad. Este es el fundamento de las sociedades clasistas o “civilizadas”, como quieran llamarla. Entonces alguien nos preguntará ¿qué organizaciones sociales hubieron antes de estas? Antes de este periodo histórico, nos encontramos con formas sociales primitivas, en la que imperaba una organización social comunitaria, obligadas por el poco desarrollo de sus fuerzas productivas, en la que sus integrantes contribuían con sus fuerzas físicas recíprocamente para la reproducción de su existencia. Científicos del siglo XIX descubrieron que en esas formaciones sociales, para la reproducción de la especie, la familias no son nucleares como la que hoy conocemos, sino por grupos de individuos cuya única diferencia era la natural, el sexo; estas uniones por grupos imposibilitaba conocer la descendencia por línea paterna, no había certeza de quien era el padre de los descendientes, solo se conocía a la madre, la descendencia era por línea materna. Las gens matriarcales partían de una madre en común, en la que las hermanas y hermanos constituían los límites de esa gens, y en la que naturalmente estaba prohibidos la reproducción entre parientes consanguíneos. Todas las hermanas de una gens, llegado el momento, debían de unirse con todos los hermanos de otra gens y constituir una nueva o mantenerse en la anterior, dentro de la misma tribu. Aquí podemos evidenciar que las madres gozaban de mucha estima e importancia para la organización de la tribu comunal, y su papel fundamental en la administración orgánica de estas formas sociales.

Estos descubrimientos superan y desechan aquellas creencias y prejuicios que vienen desde la ilustración, de que las mujeres siempre fueron oprimidas dentro de las sociedades, siempre fueron esclavas de los varones, y demuestra que la opresión de la mujer nos es un fenómeno determinado por el género, sino fenómeno social, de cierta forma social. Ante esto un sector de las organizaciones feministas pretenden seguir con esos prejuicios y desconocer los aportes científicos, mientras que otras pretenden restarle importancia, porque la administración que se ejercía no era comparable con la administración que se ejerce actualmente; pues les damos la razón, puesto que allí no existía propiedad que disponer, ni esclavos que vender, era la administración de la producción y la reproducción inmediata, no mediada por la mercancía, como en las sociedades clasistas, en la que inclusive la mujer y los hijos eran la primera forma de esclavitud y de propiedad de los patriarcas.

Como vemos las sociedades no estaban organizadas en base a estos patrones de género, sino a relaciones sociales entorno a la producción de los medios de vida, determinado a su vez por el desarrollo de sus fuerzas productivas; y que la opresión de la mujer surge como representación social de la propiedad privada, y no como representación social de su sexo.

Pero nuestras muy distinguidas señoras insisten; “Estos patrones sociales (género) hacen cada vez más imposible la vida de la mujer en los distintos ámbitos sociales, no pudiendo alcanzar el estatus del varón debido a que sobre ella recae múltiples tareas por tener la condición social de mujer.” Y por tanto; “La política de género busca desarrollar las condiciones políticas, jurídicas y sociales de la mujer, para una igualdad y libertad social, para con el género predominante; incrementar su participación en la sociedad es la única garantía de mejorar las condiciones de la mujer.



Esto solo es posible llevarla a cabo políticamente, es así que la política de género consiste en conquistar espacios en la democracia por las mujeres, unidas por su condición social, de género, concepción más completa que la de clases, por haber una cierta homogeneidad en todos los ámbitos sociales, su opresión y discriminación en todas sus formas.”(lo entre paréntesis es nuestro).

Como ya vimos, sus intuiciones las llevan a creer que las mujeres siempre han sido oprimidas y discriminadas desde inicios de la sociedad, es más, que este tipo de sociedad, en la que vivimos actualmente, siempre ha existido y existirá, en la que la mujer nunca dejará de tener esta condición. Ya habíamos dicho que la opresión de la mujer surge con las primeras civilizaciones, cuando el excedente de la producción trival obliga a que las gens creen la institución de la herencia, como una forma de perpetuar la propiedad. Es así que la fuerza física de los hombres adquiere una importancia social, y se constituye una palanca para la creación de mercancías. Estos se basaban en la propiedad de los primeros bienes mobiliarios, el ganado, cuyo incremento expandió esta propiedad a los que las pastaban, a sus hijos y esposas. Conocemos ejemplos en las que los hijos y las mujeres eran muchas veces vendidos como esclavos o considerados como forma de pago. El incremento de las riquezas a mayor velocidad que los miembros de la familia, demanda la esclavitud al interior de las gens, y a través de las guerras de conquistas pone al varón a la cabeza de la tribu, dejando a la mujer y los hijos en la misma condición que los prisioneros de guerra, en la de esclavos.

En efecto, las familias nucleares derivan de estas anteriores, así podemos citar a Engels; “Los rasgos esenciales (de la familia) son la incorporación de los esclavos y la potestad paterna; por eso, la familia romana es el tipo perfecto de esta forma de familia. En su origen, la palabra familia no significa el ideal, mezcla de sentimentalismos y de disensiones domésticas, del filisteo de nuestra época; al principio, entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan sólo a los esclavos. Famulus quiere decir esclavo doméstico, y familia es el conjunto de los esclavos pertenecientes a un mismo hombre.”

La situación de la mujer no ha sido superada por las distintas sociedades que nos precedieron, tampoco será por la actual, así lo evidencia la revolución francesa, en la que todos los hombres eran iguales y libres ante la ley, la que solo quedo en el papel, y si frente a ello salía alguna que pregonaba la igualdad de la mujer, a la guillotina. Esto se debe a que las anteriores sociedades comparten con la sociedad burguesa la misma esencia, la propiedad privada y la explotación de una mayoría, por una minoría social. La sociedad burguesa no resolverá esta condición porque esencialmente es incapaz, a lo mucho harán reformas para mejorar las condiciones de explotación del trabajo asalariado. Así lo demuestra estas distinguidas señoras; “Rechazamos la intención de eliminar del Voto Preferencial, pues da posibilidad al/la ciudadano/a a elegir al/la candidato/a de sus simpatías lo que modifica la ubicación de hombres y mujeres en sus listas de candidatos, por lo general manipuladas al interior de los partidos. Todas estas normas deben darse en el marco de una reforma del Estado, para que sea más eficiente y justo. ... El voto preferencial ha demostrado ser un mecanismo por medio del cual el pueblo o el electorado, tiene la posibilidad de elegir al menos al candidato de sus simpatías o tal vez al menos malo. ... por ejemplo, Mercedes Cabanillas, Anel Townsend, Lourdes Alcorta, Maria Cuculiza y Rosario Sasieta han sido colocadas en sus respectivas listas en puestos mucho más bajos de los que han sido elegidos.” ¡Que buenos ejemplos nos ponen estas señoras!!, ¡estas son sus aspiraciones políticas jurídicas democráticas!; ¿no son acaso la encarnación de la política doméstica al servicio de la burguesía?, ¿acaso estas señoras congresistas no contribuyen, a diario, en fortalecer la explotación de millones de hombres y mujeres asalariados al interior de las fábricas o en las calles; o la defensa de las más grandes masacres de sindicalistas, asalariados y estudiantes a cargo del estado burgués?.

Hoy el desarrollo de las fuerza productivas a gran escala posibilita la liberación no solo de la mujer trabajadora sino de la clase asalariada de las cadenas que le atan al capital, de la explotación y la opresión social; pero el poder en manos de la burguesía hace que cada vez se incremente la explotación y la miseria de los hombres y mujeres trabajadores, hoy la burguesía no solo tiene la posibilidad material, sino explota, ya no solo la vida y el cuerpo de un obrero y pagar un salario para mantener a él y su familia, sino pagar el mismo salario por consumir tres vidas, la del obrero, su mujer y su hijo. Es así que la mujer y los niños entran al campo de la industria para su explotación en labores poco tecnificadas, por la parte que les correspondía en el salario que anteriormente ganaba el obrero. Hoy, la “liberación de la mujer”, al igual que muchas consignas levantadas por las distintas facciones de la burguesía (sea de izquierda o derecha), representa las leyes objetivas de la acumulación del capital excedentario, propia del capitalismo tardío; y pretende hacer posible la necesidad de emancipar a las mujeres de la clase obrera del trabajo doméstico para someterla plenamente al yugo del capital, a través del trabajo asalariado en los sectores donde no se requiere mayor especialización como es el sector de servicios y comercio. En el capitalismo todo tiende a convertirse en mercancía, inclusive el trabajo doméstico residual, como la lavandería, crianza de niños, etc. pero antes deben romper con formas arcaicas que la revisten, tradiciones, religiones, creencias.

No podía terminar este artículo sin antes hacer una mención sobre la consigna de la liberalización del aborto, levantado por los trotskistas y organizaciones feministas de la burguesía. “¡Un hijo si yo quiero y cuando quiero! ¡Educación sexual, para decidir! ¡Derecho al aborto legal, seguro y gratuito para no morir!”, estos son los gritos que lanzan estos seudomarxistas, en su lucha por incorporar el derecho al aborto en el derecho positivo burgués. ¿Desde cuándo la clase trabajadora hace realmente lo que quiera?, o ¿acaso se han creído el viejo discurso de que somos libres para ejercer nuestra voluntad? No saben señores que nuestra explotación se basa precisamente en una obligación revestida formalmente por la “libre manifestación de voluntad” trasuntado en un contrato laboral. Entonces de que “libertad” me hablan estos señores, a que “decisión” se refieren, la mujer de la clase trabajadora no aborta por que ella “quiera”, mucho menos “decide” entre una u otra alternativa, ella está obligada a abortar, por que el capitalismo hace cada ves mas miserable la vida de un asalariado, imposibilitando que una familia proletaria tenga mas de un hijo, ya que no existen condiciones para poder mantener otro. Pretender legalizar el aborto es hacerle juego a la burguesía, y legitimizar la miseria de la clase obrera.

Muchos conocemos que la conmemoración del Día Internacional De La Mujer Trabajadora se debe a los hechos que sucedieron en esa fecha del año 1908, cuando murieron calcinadas aproximadamente 140 trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarias que les lanzaron ante la negativa de abandonar la toma de local en el que protestaban por los salarios bajos y las condiciones de su explotación, conmemoración que debido a las grandes manifestaciones obreras en distintas partes del mundo, la ONU tuvo que reconocerla pero cegando el carácter clasista, cambiando por el “Día Internacional De La Mujer”. Pero muy pocos saben que ese día del año 1917, las mujeres obreras de Rusia en conmemoración salieron en una manifestación, dando inicio a la primera y gran revolución proletaria que ha visto la humanidad. Hoy, es necesario desechar las consignas feministas, el discurso de género, y asumir el materialismo histórico como guía para nuestra acción, ¡unámonos asalariados seamos mujeres o varones, e iniciemos otra vez la gran revolución proletaria para emanciparnos de la esclavitud asalariada y del capital! La necesidad nos invoca.



Camilo Mayta Solís * www.floratristan.org - Acción Urgente Para Una Democracia Real - Lima, 6 de marzo del 2009


No hay comentarios:

Publicar un comentario