Meses atrás, exactamente en Febrero, a través de un reportaje difundido por un conocido programa se hizo público lo que podríamos decir un “boom”, en América Móvil Perú S.A.C. (que comúnmente conocemos como Claro), aquella empresa que es capaz de pagar a Gian Marco para que sea parte de sus comerciales y dispone de fondos para conciertos y promociones millonarias, se suscitó un hecho sin precedentes, los trabajadores se organizaron y dieron lugar a la creación del Sindicato Unitario de Trabajadores de América Móvil Perú (SUTAMP), que una vez comunicado a la empresa dio lugar al despido inmediato de los trabajadores que conforman la junta directiva, sólo por organizarse y querer mejores condiciones de trabajo, aunque la empresa esgrimió otras razones y no le importó que entre los despedidos estuvieran sus mejores trabajadores.
Este hecho, para un buen sector de la autoproclamada “vanguardia”, pasó como noticia cotidiana; es más, estamos seguros que la mayoría de organizaciones difundió el acontecimiento de la misma forma que los reporteros de los medios de comunicación, simplemente relatando lo sucedido, que por lo general sintetizo en artículos que concluyen con el dar apoyo incondicional a los trabajadores organizados y la denuncia a la “transnacional”.
Pero nosotros, aprovecharemos la oportunidad, no sólo para elogiar la acción de los trabajadores de Claro, sino también para hacer una breve referencia a que es un sindicato y que es un partido revolucionario, ya que existe una gran confusión sobre su significación, situación que es agravada por los llamados “revolucionarios”.
El sindicato es una organización propia de los asalariados, y tiene entre sus características el de ser autónomo, en el sentido de no estar bajo la sujeción de organización alguna, o en otros términos, es independiente de manera orgánica; no es aceptable que tenga apellido (con esto hacemos alusión a los sindicatos-Patria Roja y parecidos) y ello implica que sea lo más amplio posible, porque no es un partido; haciendo analogía, el Congreso acepta que entre sus integrantes exista personas de diferentes orientaciones políticas, el Sindicato también es una organización que admite la existencia de asalariados de diferentes orientaciones políticas, de ahí que sea absurda la creación y existencia de sindicatos con una determinada orientación política.
El partido (nos referimos al partido revolucionario) por su parte, debe estar integrado por personas que se dediquen a la actividad revolucionaria, esto significa que no puede admitir la existencia de diferencias entre asalariados e intelectuales, ni entre estos entre sí, al igual que el sindicato debe tener independencia orgánica, pero a ello debemos agregar un requisito esencial y que le da el carácter de político, la independencia ideológica, un elemento consciente, que no puede surgir de manera espontanea, con el hecho de luchar con ellos, o participar, estar en todas las manifestaciones habidas y por haber, no se puede aprender del pueblo, ni de sus vivencias, ni por ser un asalariado.
La independencia política de clase sólo puede surgir de un profundo conocimiento científico de la realidad, que para los asalariados lo brinda el Materialismo Histórico, si esta conciencia surgiera de manera espontanea, no existiría la necesidad de un partido, ni de personas que se dediquen a la labor revolucionaria. Hasta mediados del siglo pasado el desarrollo de esta ciencia era casi exclusivo de la burguesía y la pequeña burguesía, por ello, los intelectuales de más renombre muy raramente eran asalariados; sin embargo, las condiciones sociales han variado y los asalariados ya somos absoluta mayoría mundial y nos ocupamos de labores que requieren considerable desarrollo intelectual, lo cual, implica que el proletariado ahora puede tener sus propios intelectuales, teniendo mucho más sentido aquella máxima: “Nadie hará por los trabajadores, lo que ellos no puedan hacer por sí mismos”.
A modo de reflexión, podemos decir que la constitución de este sindicato nos permite dejar sin piso aquellos llamados a “organizar al pueblo” o cosas por el estilo, una vez más queda demostrado que los asalariados no requieren de “revolucionarios” para organizarse, los trabajadores de América Móvil no han necesitado que un “consecuente” este entre sus filas, ni lo han requerido para redactar su pliego de reclamos, de igual manera, no se requiere de “militantes” de organizaciones que conocen la “práctica” para que organicen sus movilizaciones o huelgas, es más en las condiciones en las que nos encontramos es hasta perjudicial la participación de estos militantes prácticos que más se parecen a secretarios de sindicato que a políticos del proletariado.
Antonio Santos.
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