Es el mes de Octubre, por lo tanto no se puede obviar tener que recordar, como ejercicio de memoria histórica, la primera y efímera experiencia de poder del proletariado, la Revolución Rusa, 24 y 25 de Octubre del calendario Juliano, 5 y 6 de Noviembre del calendario Gregoriano que nos rige; no en afán de decir que los tiempos pasados fueron mejores, sino en la intención de hacer como se dice líneas arriba ejercicio de memoria histórica.
La historia la hacen los hombres a través de su actividad cotidiana. Solo los hombres tienen historia, el resto de los animales no la tienen, pero cuando hacen la historia no la hacen en condiciones elegidas por ellos, sino en condiciones heredadas del pasado, condiciones predeterminadas.
Los hombres están socialmente divididos en clases, y la lucha de clases es el motor de la historia. En algunas ocasiones son la clase obrera y campesina los protagonistas de la historia. Pero es la historia la encargada de elegir a los revolucionarios que protagonizan los acontecimientos; un revolucionario indiscutible de la revolución rusa es Lenin, y no por casualidad.
Lenin comenzó a incidir en la realidad que le circundaba estudiando la materia que quería transformar, hizo un estudio de la estructura económica, de la correlación de fuerzas fundamentales, de la correlación de organizaciones políticas y sacó como conclusión el carácter de la transformación, a tal fin escribió los libros, “Para una caracterización del romanticismo económico”, “Quienes son los amigos del pueblo” y “Desarrollo del capitalismo en Rusia”. Con sus escritos a finales del siglo XIX y principios del XX, Lenin demostró que la realidad económica rusa era la capitalista y que la comuna rural estaba en franca disolución, era una figura del pasado. Que la correlación de fuerzas fundamentales en Rusia eran los burgueses por un lado, en ascenso, que determinaban todas las demás relaciones de producción reminiscentes, y su contrario antitético pero irrenunciable, la clase obrera. Esto atacaba de raíz la base sobre la cual se asentaban los populistas, “Eseristas” o “Socialistas revolucionarios”, -fuerza política mayoritaria de oposición al régimen imperante – estos defendían la tesis que la comuna rural agraria podía trascender, sin solución de continuidad con el capitalismo al socialismo, porque en ella estaba el germen de dicho socialismo.
1º. Derrotar al zarismo
2º. Liquidar el feudalismo esclavista
3º. Acabar con el régimen capitalista y crear una sociedad socialista.
Si el partido debía ser la encarnación de la teoría revolucionaria que se fundiera con las masas, el programa que se desprendía era el de la socialización de los medios de producción – no nacionalización- y el reparto de las tierras, intereses inmediatos de los sujetos encargados de hacer la revolución, los obreros y campesinos pobres.
Una vez demostrado teóricamente la vigencia del capitalismo, Lenin se encuadró en la organización política que pugnaba por el socialismo, teniendo como sujeto revolucionario al proletariado. Pero esa organización estaba plagada de reformistas, llamados “economicistas” “mencheviques” que eran la fracción mayoritaria dentro del POSDR. Estos, tergiversando a Marx, defendían la necesidad de apoyar a los burgueses rusos, en contra de los restos de la aristocracia feudal con el Zar a la cabeza, y que una vez libre de obstáculos, los burgueses desarrollarían el capitalismo, y con el a una clase obrera más numerosa. Lenin apelando a la memoria histórica, caracterizó esa posición a la de los alemanes que previamente había criticado Marx. Los bolcheviques defendían, por el contrario, la necesidad de una toma del poder por la clase obrera y campesina, como única garantía de que la nobleza no interfiriera en el desarrollo de la clase obrera. En medio de todo eso, también se dedicó a la tarea de la construcción del partido. Escribió “¿Que hacer?, “Un paso adelante, dos atrás”, “Por donde empezar”.
Llegada la guerra, los bolches adoptaron la posición de que en tales circunstancias lo que correspondía era la lucha decidida contra la burguesía de su propio país, y no la alianza con estos en contra de otras burguesías extranjeras. La II Internacional traicionó los principios que la animaban, el internacionalismo proletario. Los bolcheviques, a pesar de lo acertado de su análisis, se quedaron solos, aislados en su campaña de agitación, enarbolando consignas como “convirtamos la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria”, “el enemigo no esta en el frente, sino en la retaguardia”, “ paz sin condiciones”, “pan, paz y tierra”, “derrotismo revolucionario”. Poco a poco los acontecimientos fueron dando la razón a los bolcheviques y las masas, cansadas de tanto padecer defendiendo intereses ajenos comenzaron a mostrar apoyo a los bolcheviques, después de las maniobras desesperadas de la burguesía, proclamando la república e iniciando un proceso político parecido al de transición, los bolches lanzan la consigna: “Todo el poder a los soviets”.
La toma del poder en Rusia resultó ser un paso incruento y sorprendió por su facilidad incluso a sus protagonistas, los problemas llegaron inmediatamente.
La revolución soviética supuso un paso decisivo en la toma de conciencia de los obreros de todo el mundo, además demostró que era posible la superación del mercado en tanto asignador de recursos y rentas. A mediano plazo, elevó las condiciones de existencia de los soviéticos: educación, sanidad, seguridad, cultura, etc. A lo largo de distintas generaciones más de 500 millones de personas de distinta etnia, nacionalidad, etc. han superado sus diferencias en nombre de una instancia superior, el socialismo.
Cuando los bolcheviques tuvieron dirección de la revolución social se encontraron con que todo lo tenían por delante, prácticamente nada por detrás, no tenían referentes históricos, no contaban con material de donde echar mano para consultar como se transforma un mundo de relaciones sociales por otro, salvo La Comuna de París. Existía una gran masa de gente que sabía y lo aborrecía, pero solo una minoría sabía lo que quería y de estos, muy pocos sabían como.
Nosotros contamos con el acervo de la revolución rusa como un laboratorio en donde se han hecho los ensayos necesarios, eso llevamos ventaja. La memoria histórica es fundamental. Todo aquel que aspire a transformar la sociedad, desde un punto de vista revolucionario, debe manejar datos, los hechos acaecidos, las circunstancias en que fueron dados, etc. Pero no para recrearse en ello o para hacer un ejercicio de mera cronología, sino para sacar las debidas lecciones que de ello se deriven.
Frente al ataque ideológico de la burguesía, para convencer a las masas que los grandes hitos de la clase obrera no existieron, o fueron errores y horrores, les decimos que, no han conseguido borrar la memoria histórica, no podremos adoptar una postura contraria a la de ensalzar y glorificar esos acontecimientos y protagonistas. No podemos defender a la URSS de los últimos 65 años, como algo buenísimo, como un modelo a tener en cuenta, así tampoco a la II República de España, ni el Chile de Allende, la Yugoslavia de Milosevich, etc. porque todos sin excepción son la historia repetida de continuos fracasos, de errores que no podemos permitirnos volver a cometer, independientemente del valor moral que tengan los participantes de todas esas experiencias, su valor político es un debito en la cuenta corriente de los revolucionarios.
“Las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a si mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de lo lados flojos y de la mezquindad de los primeros intentos, parecen que solo derriban a su adversario para que este saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan : ¡Hic Rhodus, hic salta ¡ ¡Aquí esta Rhodas, salta aquí¡”(Marx: Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte)
Tremendas condiciones de partida y en su devenir posterior:
üLa primer medida que tomaron los bolcheviques en el poder, para contar con el apoyo de la mayoría numérica campesina y rural, fue la de entregar la tierra en régimen de posesión a todos aquellos que la trabajaban, posteriormente acuciados por el desabastecimiento y el hambre, tuvieron que introducir el mercado agrario para incentivar momentáneamente la producción.
üLos soviéticos tuvieron que hacer frente a la agresión conjunta de las mayores potencias imperialistas del momento: Japón, EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra, etc. Más la insurrección armada y organizada en el ejército blanco de la contrarrevolución interna.
üLa revolución en Alemania fracasó.
üLa desaparición física de los mejores cuadros dirigentes en la guerra civil que se desató inmediatamente.
üLa delegación de puestos de responsabilidad y dirección en los antiguos gestores de la época zarista.
Tras la muerte de Lenin:
w Continuos incentivos a la producción de koljoses, en detrimento de las empresas estatales agrarias y de los proletarios industriales.
w La aparición y continuo fortalecimiento, de una casta burocrática con intereses diferenciados de los trabajadores.
w Fusión del partido con el Estado.
w Desarme político de la III Internacional convertida en una herramienta paralela a la oficina diplomática. La construcción del socialismo en un solo país.
w Un modelo de desarrollo calcado a imagen y semejanza del mundo capitalista.
w La política del statu quo y coexistencia pacifica con las potencias imperialistas.
La suma de todas estas circunstancias condujo a un capitalismo sin capitalistas, sin control obrero, fue trayendo consigo, paulatinamente, la degeneración de la revolución socialista, acabando en una descomposición y su total derrumbe en la década del 90, siendo uno de los factores que llevó a la desorientación ideológica y desorganización política a nivel mundial, al haber identificado a la URSS con el socialismo; este es el escenario donde ahora deben actuar todos aquellos que estén identificados por un efectivo cambio de las relaciones sociales existentes.
Por : Antonio Santos
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