La problemática del transporte se inicia por el incremento de muertes en el país, por causa de los accidentes de tránsito, por lo cual el Congreso de la República aprueba el Código de transito, con severas sanciones y multas a los infractores de las reglas del tránsito; norma que contempla multas onerosas e incluía la posibilidad de la suspensión o anulación del brevete de aquel conductor que haya cometido infracciones al extremo de acumular cien puntos, entre otros aspectos.
A esto, los transportistas responden con un paro. La plataforma de lucha de los transportistas iba desde la derogatoria de la referida norma hasta su modificatoria con participación de los sectores involucrados. Siendo clave el transporte para el funcionamiento del sistema económico, el paro se hizo notar, sobre todo en el Cusco. Luego del paro, se busco la salida de la formación de una mesa de diálogo entre el Estado y los empresarios burgueses; haciendo a un lado a los trabajadores asalariados, como lo atestigua el periódico “La Primera”:
<< Los dirigentes del Sindicato Unitario de Choferes y Cobradores del Perú (Suchocop) denunciaron ayer que el ministro de Transporte y Comunicaciones, Enrique Cornejo, los está “discriminando”, pues ha descartado dialogar con ellos, a pesar de haber sido los que convocaron el paro nacional de 24 horas del martes último, y sólo se está reuniendo con los gremios empresariales de transporte como la Asociación de Empresas de Transporte Urbano del Perú (Asetup), la Corporación Nacional de Empresas de Transporte del Perú (Conet), entre otras.>> (La Primera, 02/07/2009)
En este punto, cabe analizar el problema de las tragedias en el transporte tanto visibles como invisibles. Fijemos nuestra mirada en el transporte urbano, donde hay asalariados (choferes y cobradores que necesitan trabajar para sobrevivir) y hay capitalistas (dueños de carros que necesitan ganancias), si quieren llámenles jefes, empresarios, burgueses, empleadores o lo que gusten. Queremos demostrar que en el capitalismo lo que importa no es la satisfacción de necesidades humanas (la seguridad en el transporte por ejemplo), sino la satisfacción de las necesidades del capital, que no es otro cosa que la generación de ganancia, el lucro. En el capitalismo existe una contradicción insalvable que perjudica a los trabajadores; para ganar más, el capitalista necesita reducir sus costos al mínimo; y en el transporte, busca todos los medios posibles para pagar lo menos posible a sus choferes y cobradores; y, hacerlos trabajar lo más posible.
Pero ¿cómo puede controlar el capitalista que sus trabajadores trabajen más sin necesidad de pagar un capataz para presionar y pueda garantizar sus ganancias?. Para ello, ha copiado de los grandes empresarios, el mejor látigo de presión de trabajo: cargar toda la responsabilidad de sus ganancias a sus trabajadores. En el transporte urbano, significa decirle que el chofer ganará su salario según la cantidad de pasajeros que recoja en la ruta y garantice un mínimo de ingresos, según “el billete que le entregue”. Esto ha obligado a los choferes a arriesgarse recoger pasajeros “donde se pueda” y transitar a altas velocidades si es para ganar pasajeros, porque en el fondo, él sabe que de por medio esta la necesidad de ganar un salario que garantice la supervivencia de su familia. Es más, si su familia está pasando con problemas extremos como problemas de salud o económicos, entonces el chofer será más arriesgado en las calles, porque solo él sabe que la supervivencia de su familia está en juego y necesita obtener ingresos suficientes.
Esa situación obliga a que se transgreda la reglas de tránsito; en palabras de un chofer, si no hay “tombo” en la esquina, hay que recoger pasajeros donde se pueda (zonas no autorizadas); e incluso tener que arriesgarse realizando maniobras peligrosas para que la competencia no le quite los pasajeros del siguiente paradero; conlleva a que los cobradores hagan subir “al vuelo” hasta a las personas de avanzada edad, y como es necesario obtener la mayor cantidad de ingreso posible se tiene que acomodar cinco al fondo porque siempre “al fondo hay sitio”, cuando ya no hay asientos siempre habrá espacio para un paradito más, si es flaquito mejor; escolares pagan poco, mejor si no suben. Y eso no es todo, también presiona la extensión de la jornada laboral, cuantas veces no hemos visto carreras urbanas por llegar a la hora al reloj controlador y el popular “apúrate chato”, la irresponsabilidad y la temeridad puede ser para con la sociedad, pero sobre todas las cosas esta cumplir con las ganancias del dios capital y darle en ofrenda incluso nuestra sangre.
Otra más, es la situación de los cobradores; según las leyes, está prohibido el trabajo de menores de edad, pero para los lumpen empresarios del transporte como Bernardo Dolmos, Eloy Condori y compañía; las ganancias les exigen mano de obra barata y que no reclamen si los hacen trabajar más, recurren a menores de edad desprotegidos, hasta niños arrojados a la selva del capitalismo.
Si nos ocupamos de los salarios en soles, los choferes y cobradores perciben remuneraciones que oscilan entre los veinte y treinta soles al día, por una jornada de trabajo que va entre las catorce a dieciséis horas al día; estos asalariados no conocen la remuneración mínima, las gratificaciones, los descansos remunerados, la jornada de ocho horas, el pago de horas extras y llega a ser un mito la estabilidad laboral así todos aquellos derechos reconocidos incluso en la constitución no son más que fantasías, letra muerta. Si alguna vez se les ocurre reclamar esos derechos acudiendo al Ministerio de Trabajo, en el mejor de los casos será despedido con indemnización pero al fin y al cabo despedido y sin trabajo, y las cosas seguirán de la misma forma; en el peor de los casos, no obtendrán nada, sólo perder su tiempo en una entidad que solo ve los intereses de los capitalistas, de los burgueses.
Ahora vamos al transporte interprovincial, interdepartamental de aquellos que unen diversas zonas del país, la situación de los asalariados de este ramo es similar a la del proletario del transporte urbano, en algunos casos aun peor, ya que ellos deben manejar de noche, y que para mejorar las ganancias de los empresarios deben muchas veces viajar sin haber cerrado los ojos por lo menos una hora, después tenemos que suceden accidentes porque el conductor dio una “pestañada”, o corre a grandes velocidades para llegar a la hora y no ser despedido.
Pero es necesario ir más allá, ¿quiénes son los interesados en que se piense que son los “irresponsables” conductores los que provocan los accidentes de tránsito? ¿Quiénes son los que salen ganando con estos accidentes? No nos olvidemos de las empresas aseguradoras (los empresarios de transporte también están en el negocio mediante las AFOCAT) que determinan los montos de las primas de seguro en base a la siniestralidad de los vehículos, también debemos mencionar a las clínicas que tienen como principales pacientes a las víctimas de las tragedias; todo está atado y bien atado a las ganancias del capital.
En los accidente también tienen que ver las empresas automotrices. ¿Qué hace posible el exceso de velocidad?, el vehículo. Las empresas automotrices crean cada vez mejores vehículos “full equipo” capaces de desarrollar grandes velocidades con riesgos de accidentes pero con mejores ganancias; no es casualidad el que hayan sido las empresas automotrices y las aseguradoras las que empezaron a tener los mejores reportes económicos, sólo hay que ver los comentarios de los principales periódicos como “Gestión” o los suplementos económicos de “El Comercio” de los últimos meses; las empresas automotrices daban cuenta de un incremento en la adquisición de vehículos nuevos así para Abril de este año ya se habían vendido alrededor de 15,000 vehículos nuevos.
Este problema también se presenta en los países más ricos, donde los accidentes de tránsito también son una causa principal de muerte, a pesar de su buena reglamentación y mejor cumplimiento de la reglas de transito, y donde medran los grandes oligopolios de las empresas automotrices confabuladas con el Estado para obtener grandes ganancias; como lo sintetiza el GPM de España:
<<El contubernio genocida entre los capitales oligopolios de la industria automotriz con todos los Estados capitalistas del mundo, se hace evidente por el hecho de que los automóviles son máquinas paradójicamente construidas con capacidad de alcanzar velocidades tan altas, peligrosas e insensatas, que resultan necesariamente mortíferas y están penalizadas por todas las legislaciones del mundo. Sin embargo, estos mismos Estados nacionales que multan a los conductores por exceder la velocidad permitida en los códigos de circulación, al mismo tiempo subvencionan millonariamente la fabricación de automóviles capaces de superar holgadamente la velocidad prohibida. >> (GPM, necesidad y posibilidad del comunismo, cap. 6.4 en: www.nodo50.org/gpm/necesidad-comunismo/21.htm)
De esta manera se demuestra que el capitalismo no puede ser civilizado, humanista; en su etapa actual, el capitalismo solo puede ser un capitalismo salvaje, esa es su naturaleza. Los accidentes de tránsito existen no porque existan buenos o malos conductores, el problema es la necesidad de ganancia, la necesidad del lucro a cualquier precio de los empresarios; necesitan que sus inversiones generen ganancias para ser parte de la clase privilegiada de esta sociedad. Pero no es porque sea una cuestión de voluntad, sino que ellos también son títeres del sistema económico capitalista, que les exige esa actuación para ser capitalista y ser privilegiado, la sed de ganancia a cualquier precio.
Con todo lo mencionado hasta aquí ¿será posible solucionar el problema con un código de transito, incluso modificado con participación de los empresarios del transporte? No es posible ni con este código, ni con cualquier otra norma, porque no es una cuestión de voluntades, no es falta de educación, el problema es el capitalismo, formación social que solo puede ser transformada por los trabajadores asalariados, únicamente el proletariado puede convertir esta sociedad de explotación inhumana, en una sociedad de productores libres asociados, de modo que se garantice el bienestar de todos, el comunismo.
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